Obama suena a salmo
enviar este artículo
06/11/2008
.
A partir del pasado 4 de noviembre hay un vaivén de mudanza en la Casa Blanca, la cuna del imperio. Hay cambio de César. Se marcha a su Texas Calígula Bush y llega triunfante Barack Obama. Aquel es un prototipo del mundo visto por un wasp (blanco, anglosajón, protestante) con las luces muy apagadas. Aunque la Historia de la Humanidad ha demostrado que en política se puede ser tonto o carne de psiquiatría, pero al mismo tiempo astuto y hasta parecer solvente. Lo cierto es que la mayoría silenciosa, inspirada ideológicamente por la Asociación Nacional del Rifle (NRA), confundió simpleza con franqueza y lo votó doble. La primera vez contra Gore y con clave de fraude en Florida.

El apellido Bush tiene sonido de charca y en las aguas estancadas lo que más pululan son reptiles. En el fondo él sólo quería superar a su padre por imperativo de Freud. Para acallar discrepancias, sus decisiones más delirantes las tomaba en línea directa con Dios, o al menos así lo confesaba como algo normal. Esa especial relación con el Supremo le hacía parecer infalible, y a fe que lo ha sido enriqueciendo a sus amigos del gas-oil. Pero sobre todo le permitía dormir tranquilo, tras acuchillar el Derecho Internacional en Guantánamo o invadir a sangre y fuego algún país indefenso para robar su petróleo.

Los políticos son irresponsables de sus actos. Esa es una insuficiencia patente de las democracias. Nadie culpará penalmente a George Bush por el dolo de sus excesos. Nadie va a juzgarle, ni a meterlo en la cárcel por genocidio, terrorismo o saqueo.

El día 4 de noviembre de 2008 es un hito en los Estados Unidos de América. Un negro en la cabeza de la Casa Blanca es historia. Eso quiere decir que ya hay negros que pintan mucho en esa sociedad multirracial.

Veremos lo que significa todo esto para los otros negros desharrapados que, en estos mismos instantes, huyen despavoridos del coltán asesino en el Congo.

Obama se ha ofrecido como talismán inflamatorio de un cambio. Hasta ahora los afros tan sólo se ocupaban de limpiar las alfombras del sueño americano. El Ku-Klux-Klan ha fracasado en su empeño racista, aunque sigue activo; en estos momentos estará rumiando la palidez de su odio.

En el mundo de abajo y a lo largo del tiempo la plegaria del gospel y el lamento del blues, en los campos de algodón, han dado paso al rap de la rabia en el ghetto urbano. Ha transcurrido algún tiempo y mucha discriminación desde que Abraham Lincoln abolió las lejanas cadenas de la esclavitud. Luego las fuerzas de la oscuridad asesinarían a Martin Luther King y también cayó Malcolm X. Pero la clase media afroamericana ha conseguido aupar a Barack Obama. Un Kennedy negro de melodía fácil.

Obama suena a salmo ¡Obama, Obama, Aleluya! A salmo de mucha esperanza. Quizá demasiada. Está archicomprobada la capacidad de la maquinaria para abortar amaneceres y encauzar utopías. Si es necesario a tiros. Deberíamos haber aprendido de las decepciones anteriores y aguar el optimismo excesivo con un toque escéptico. Pero necesitamos agarrarnos a un clavo ardiendo para no perecer de asco.
.