Apunte del natural |
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24/06/2008 |
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Con todo el reparo del mundo-los que me conocen saben que no me gusta nada salir en las fotos-he decidido reproducir para los lectores de "el Antídoto" un texto que el excelente y comprometido columnista Javier Ortíz escribió con motivo del reciente homenaje a "la Realidad", y a mí como su director, en Madrid. Nuestro periódico fue una víctima más del "honor" lapidario, tal y como se concibe y se juzga aún hoy en la España feroz. Esa que no quiere ser un país de ciudadanos, sino Patria con seres más o menos fanatizados.
El texto de Javier es el siguiente:
Patxi Ibarrondo, director del desaparecido semanario La Realidad, se encuentra en la indigencia. La ejecución provisional de una sentencia que le condenó en 2001 por “mancillar” el honor del entonces secretario general del PP cántabro, Carlos Sáiz, ha llegado hasta el embargo de la cuenta bancaria donde se le ingresa la pensión que recibe por su invalidez absoluta. El próximo sábado, 14 de junio, tendrá lugar en Madrid un homenaje popular a La Realidad y al que fuera su director, Patxi Ibarrondo. El homenaje ha sido organizado por el periódico Diagonal y por Nodo50. (Véanse detalles al final de estas líneas). Los amigos de La Realidad me invitaron a participar en el acto, cosa que habría hecho con mucho gusto, pero que me es imposible porque este sábado no estaré en Madrid. Quedé con ellos en mandarles unas líneas de adhesión, que son éstas que siguen.
En estos días se ha celebrado un juicio contra Federico Jiménez Losantos por haber insultado gravemente a Alberto Ruiz Gallardón. Desde su púlpito de la COPE, Losantos ha venido acusando a Gallardón de todo. Incluso llegó a pretender que sabía lo que pensaba (y callaba) el alcalde de Madrid: afirmó que le importaban un bledo las víctimas del 11-M, que ya es decir. Pese a lo cual, ahí sigue tan campante practicando el matonismo radiofónico y forrándose a cuenta de la Conferencia Episcopal y El Mundo.
Al lado de lo que Losantos vomita cada mañana en la COPE, las críticas y los sarcasmos que Patxi Ibarrondo escribía semanalmente en las páginas de La Realidad no pasaban de ser pías plegarias franciscanas.
Es oportuna la comparación para constatar lo diferente que resulta ser lameculos de alguna gente poderosa o no bailarle el agua a nadie.
Patxi incurrió en el mayor delito que puede cometer hoy en día un periodista: ser independiente. El independiente es sospechoso, por principio. Y, si no tiene asideros especiales, resulta laminado a la primera de cambio.
Patxi cometió otro error: amar a Cantabria, pese a todo. Si hubiera concluido que intentar hacer periodismo valiente en Cantabria es como tratar de ser honrado en la Mafia y hubiera huido, viniéndose a Madrid, por ejemplo, lo mismo habría logrado que lo contratara algún periódico con ganas de adornarse con alguna rareza, para darse aires de plural.
Pero decidió no sólo aguantar al pie del cañón, sino dispararlo contra los sinvergüenzas de aquella tierra, que a fe que abundan.
Patxi: has sido un ingenuo, y así te ha ido.
Bendita sea tu ingenuidad. Y ojalá cundiera.
NOTA DE MATIZ.- Querido Javier: Agradeciendo el cariño que destila tu escrito, tengo que decir que a veces no se trata sólo de ingenuidad. En mi caso, como supongo en otros similares en contexto, se trata simplemente de que a alguien le tiene que tocar quedarse a poner la barricada. O cuando menos a apagar la luz al salir. |
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