Garabato de desconcierto
enviar este artículo
23/04/2008
.
Palio & Sus Seres actuaban en aquel concierto del Limbo. Iniciáronse infiltrándose por entre la concurrencia. Con baquetas de diferente grosor comenzaron a palizar el introito percusivo sobre los cráneos bien dispuestos y cabales. El interludio fue tan emocionante que los viejos más mayores sonreían angelicalmente con la dentadura postiza en una mano y la mirada suspendida de los ganchos del techo. Por entre las encías de plástico descarnado proyectaban escupitajos de baba hacia el espejo del fondo. Los camareros lo celebraban ruidosamente cada vez que un esputo acertaba en el objetivo casual, es decir, el ojo de cristal del gato.
A todas luces de las arañas, los cerebros se iban viendo oscurecidos por la pasión del éxito. Palio y Sus Seres triunfaban en toda línea. Si el público no se levantaba a estrujarlos y convertirlos en puré de estrellas fue porque antes se habían embadurnado los taburetes con cola. No obstante, una señora consiguió despellejarse y salir catapultada dejando sus prendas por cualquier lado.
-¡Palio, te amo!¡Quiero un fetiche tuyo!
Y la pareja detrás de ella:
-Ofalia, ¡¡ven acá o te crucifico!!
Para eso, Palio & Sus Seres habían clavado un clavo en la pirámide invertida y se agitaban alrededor convulsivamente. El infraritmo agitaba cadencialmente los orgasmos. Los ancianos, en éxtasis. Los adolescentes vomitando de lo más feliz. Un espectador de mediana edad se abrió la bragueta para expresar su júbilo y el esqueleto salió de la jaula y se fue corriendo hasta el osario más próximo.
-Tenía una cita, dijo apresurado.
Inmediatamente, los espectadores vecinos aprovecharon la piel para extenderla en el suelo y poner los pies. La corbata del interfecto se la dieron a un can cercano para que la escondiera en su hoyo favorito.
A esto, la señora había conseguido llegar con algunos de sus fragmentos aún firmes. El impulso inicial, sin embargo, no había sido bien calculado. No pudo frenar y salió catapultada hasta la bahía que estaba ahí, al lado. Más tarde, hacia las postrimerías del concierto, un chorus de peces de colores emergió del agua salvaje y gritó infrahumanamente.
-¡¡¡Graciasssss!!!
La señora estaba de muy buen ver.

.