Los imanes y los canes
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02/04/2008
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Un anciano de más de 70 años acaba de ser condenado en Irán a cumplir 4 meses de cárcel y a ser flagelado con 30 latigazos. Su delito ha sido pasear con su perro por un suburbio de Teherán. El juez ha sentenciado que incurrió en un delito de alteración del orden público. Las autoridades religiosas prohíben pasear perros por las calles, debido a que esa interpretación del Islam los considera animales impuros. La Policía asegura que los dueños de perros les "desafían" sacando a los animales a las calles.
Da la casualidad o se supone que da la casualidad, según los postulados del inexistente profeta Bokonon (gracias por siempre, Vonnegut), de que el presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, provocó recientemente el debate, sobre los perros y sus dueños cuando él compró cuatro perros guardianes, por un valor de 161 dólares cada uno.
Quedamos a la espera de averiguar si el presidente iraní pasea personalmente sus perros guardianes (de la Revolución clerical, supongamos) por las calles de Teherán o bien hacen sus periódicas necesidades dentro de casa. Y si así fuera que los saca de paseo, si algún juez o imán ayatollah tiene la osadía de brearlo a latigazos como al anciano expiatorio.
Aunque se pueda presuponer e incluso apostar sobre seguro la respuesta. Queda ampliamente demostrado, a lo largo y ancho de la Historia, que los jueces y las jerarquías religiosas, al igual que los canes bien amaestrados y alimentados, saben muy bien cuál es su sitio en cada modelo de sociedad. Sobre todo y por encima de todo, aprenden raudos a distinguir a quien lamer o morder la mano.
Latigazos. Lapidaciones. Hogueras. Tormentos de variada intensidad. Cárceles. Toda una panoplia de la doblegación del espíritu humano desplegada con un único fin: moldear las energías del cuerpo y ponerlas al servicio del poder en manos de una casta, en este caso tan teocrática como la de los aztecas, los incas o los sacerdotes egipcios.
El caso del anciano iraní nos puede parecer desde aquí pintoresco, aparte de su particular crueldad. Sin embargo es revelador, en grado sumo, de un control y un autoritarismo totalitario en aquel país, como corresponde a cualquier tiranía del absoluto.
Todo aquello que no huela a laico significa marcha atrás hacia el oscurantismo. Por cierto, nada se dice en la noticia sobre el destino del pobre perro. Pero si al dueño le cayó esa pedrea, cabe temerse lo peor para su amigo de cuatro patas.
Visto lo visto y desde la perspectiva de la razón, no puede caber más absurdo que en el seno de las religiones. Huyen de la lógica como alma que lleva el diablo y apelan a la arbitrariedad de las emociones. A la frágil debilidad del alma humana. Se sabe que las religiones se nutren en último extremo del miedo a morir. Y con eso, empleando la conciencia de animal perecedero como arma irrebatible, consiguen moldean al ser humano con una intensidad y una insistencia que permanecen triunfantes a lo largo de los siglos.
El dogma es lo contrario de la duda. La posesión exclusiva de la verdad con mayúscula propicia los máximos excesos a la hora de imponer mitos y rituales litúrgicos.
Sobremanera en las religiones monoteístas. Son la suprema esfera de la hipocresía. Aunque sus fundamentos teóricos apelan siempre a la paz y la concordia, lo cierto es que la necesidad del proselitismo y su ansia de hegemonía llevan implícito el uso de cualquier tipo de violencia. Ya sea psicológica o guerrera.
Ante el declive evidente de la fe católica, apostólica y romana, por desgaste de credibilidad, un fundamentalismo islámico rampante pugna por imponerse urbi et orbi y a la fuerza. Lo hace mediante métodos ya usados en su día por un cristianismo a la caza de la Administración de los bienes terrenales.
Se trata de copar los hilos del poder planetario para establecer el reino de Alá y la consiguiente cultura, de la misma manera que hace 2008 años la creencia cristiana instituyó a Dios mediante el estado Vaticano. Así pues, la violencia santa y los mártires con bomba, teledirigidos por los clérigos, no dejan de ser un mero déja vu. No hará falta recordar todo el cúmulo de terrores sin ahorro, inquisiciones y cruzadas a sangre y fuego, perpetrados o justificados por el trono de San Pedro hasta llegar al Papa actual, sospechoso de filonazismo y que tiene por asesor aúlico a Henry Kissinger, lucifer hecho carne, ideólogo de dictaduras, propiciador de asesinatos en masa en nombre del cristianismo global capitalista.
En lo que toca a las religiones hechas materia temporal, la realidad no deja espacio a la imaginación ni al misterio. Impregnan el tejido social con sus supersticiones y falacias. Confunden muy interesadamente y con toda naturalidad respeto con acatamiento, discrepancia con herejía y herejía con lápida.

Nota: Se pueden enviar cartas de protesta a la Embajada de Irán: embiran@hotmail.com
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