Borbón bis
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17/06/2014
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A dos días de su botadura como nuevo rey de España, Felipe VI "El Preparado", sigue mostrando en público su gran personalidad. Cierto que, en varias ocasiones, se ha dejado crecer la barba cuando lo hizo su padre, afeitandosela cuando lo hizo el progenitor. Otro detalle sin importancia es que lleva el reloj en la muñeca derecha, al igual que el otro.

Cierto es que como padre Juan Carlos I nunca fué gran cosa; no le interesaba, entorpecía sus devaneos y cacerías. Con un padre distante o indiferente, Felipe de Borbón y Grecia fue criado bajo el ala clueca y supervisora de su madre a reina Sofía. El carácter se forja desde temprano.

Pero lo peor es que imite a su padre y calque su política exterior. Lo que no tiene disculpa es que, el primer viaje oficial como flamante Jefe del Estado, lo haga Felipe VI a Marruecos. Marruecos no precisamente un país democrático, más bien todo lo contrario. ¿Es en ese espejo donde nos queremos ver en la nueva etapa monárquica?

Con esta visita, España consolida la traición histórica a la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). Sigue así Felipe VI las huellas en el fango de su predecesor. Este “vendió” gratis la antigua provincia española del Sáhara Occidental al rey sátrapa Hassan II, padre del actual monarca alauita. Hassan II no tuvo más que promover la “Marcha verde”; una turbamulta de desharrapados que invadió y ocupó ese territorio sujeto a descolonización.

A pesar de los reiterados mandatos de la ONU, Marruecos se sigue negando a descolonizarlo y a llevar a cabo un referéndum por la autodeterminación. Y ahí sigue, hasta hoy, en que la MINURSO se ve obligada a mantener su presencia para evitar la guerra entre Marruecos y el independentista Frente Polisario.

Todavía está fresco en la memoria el papelón jugado por el entonces príncipe Juan Carlos en la colonia africana. Era el año 1975. El dictador Franco estaba agonizando en el (irónico) hospital La Paz. Como Jefe del Estado en funciones y mando supremo de las Fuerzas Armadas, Juan Carlos ordenó a los militares no repeler la “Marcha verde”. Así se propició la invasión y el fabuloso negocio territorial.

Y, sin embargo, se permitió que la aviación marroquí bombardeara con napalm a los saharauis que huían despavoridos por el desierto. Presos del pánico, algunos de ellos solo llevaban encima el Documento Nacional de Identidad (DNI) español. Los que no han muerto aún lo enseñan con orgullo a los visitantes de los campos de refugiados de Tindouf (Argelia).
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