Pretextos para la violencia |
 |
28/03/2014 |
. |
Entonces ¿a qué jugamos? Dejamos que los medios de comunicación de los bancos, en plena sintonía gubernamental con el miedo a que se desmorone el tinglado bipartidista, suelten toda su baba propagandística; y logren que la pastueña “mayoría silenciosa” no hable más que de los violentos del 22-M y sus "víctimas" entre los agentes policiales. En cuanto a los lesionados manifestantes, se les considera poco más o menos que daños colaterales, que han tenido lo suyo por haber estado allí y no en otra parte.
Para abonar el equívoco, los grandes medios de comunicación (de independencia secuestrada) siguen insistiendo en la palabra fetiche”violencia”, en un claro intento de que se olvide el impacto y significado de las “Marchas por la Dignidad”.
Algo de esto decíamos ayer en el artículo“Anatomía de la falsedad:
http://www.patxibarrondo.com/textos/?id=520
Personalmente, no soy partidario de la violencia adosada de quienes se introducen encapuchados en marchas ajenas, cuyo propósito es pacífico. El que tenga que decir las cosas a su manera que dé la cara y se enfrente al enemigo con sus propias fuerzas y sus argumentos. Así se acabaría el género de los infiltrados provocadores, habitualmente agentes de los poderes represivos del estado; o simples amantes del barullo que acuden como moscas a la mierda, para desfogarse sin más.
No es tiempo de violencias tácticas cuando todavía no se han agotado otros cauces reivindicativos. La violencia es explosiva de por sí y hay que tratarla con extremo cuidado. Pero tampoco soy partidario de que el monopolio de la violencia lo tenga el estado. Ni de que seamos acólitos perpetuos del palo y la zanahoria (recompensa o castigo) como sistema de vida.
Pero visto en gran angular el atasco institucional de España, y con la mano en el corazón, con todo y cuanto nos está cayendo encima a los ciudadanos y que se vio escrito en las pancartas del 22-M:(paro bestial, muerte en los hospitales, recortes incesantes, despilfarro, corrupción generalizada e impune, abusos de poder cotidianos, mentiras insultantes y graves, neppotismos contumaces, etcétera). ¿Puede extrañar que haya respuestas de violencia en la calle, frente al rayo que no cesa de la injusticia exagerada y permanente de los despachos capitalistas y los ministerios?
Esa es la pregunta que está en el aire.
|
. |
|
|
|