Tahrir y las banderillas de fuego |
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02/07/2013 |
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La Plaza de Tahrir en El Cairo es un clamor. La Plaza de Tahrir es un ejemplo para quien lo quiera ver y aprehender. La multitud de manifestantes ha dicho “hasta aquí hemos llegado, pero no más” a un presidente perteneciente a la secta Hermanos Musulmanes. No quieren una vida presidida por la religión, ni por militares. Le exigen a Mohamed Morsi que deje el poder y se vaya con viento fresco. El Ejército ha dado 48 horas a los políticos par que resuelvan la crisis institucional. Tarhir es una sola voz: Quieren un período constituyente y protagonismo. La presión popular es tan alta que ya han dimitido seis ministros.
En un año de gobierno el presidente Morsi no ha resuelto ninguno de los fundamentales asuntos que acucian a los ciudadanos egipcios. Economía maltrecha con un paro endémico, reforma de las viejas estructuras del Estado, después de las décadas de inmovilismo propiciadas por la dictadura de Hosni Mubarak. Pero,eso sí: el gobierno se ha dado prisa a la hora de redactar una Constitución inspirada por los clérigos musulmanes. El detonante del malestar estalló al ver por la televidió a una presentadora ataviada con el velo integrista musulmán.
Qué lejos está Egipto de España. Pero también están Brasil y Estambul están muy lejanos de nuestra atemorizada y dispersa mentalidad. Sumidos aquí en la ciénaga de un neofranquismo clerical que se sigue inspirando en la Cruzada del 36 y en el espíritu del latifundio y el casino. España casi nunca ha sido y no es un país racional. Cuando el franquismo monarcatólico entró por la puerta la modernidad salió por la ventana y se perdió de vista.
Tal y como están planteadas las evidencias, para las clases dirigentes España es su botín de guerra. A la plebe les han asignado el papel de come, calla y vota. Y como las anquilosadas élites oligárquicas nunca han brillado por su clarividencia, nunca han necesitado cuestionarse y evolucionar; sólo tenían que financiar golpes de Estado cuarteleros, así nos va. No hacemos más que retroceder y tragar propaganda y mentiras sangrantes, mientras nos despellejan los bienes públicos y se abusan las necesidades de los de abajo: desahucios, precios si control, ministros inservibles y desechables, monarquía más que sospechosa de corrupción, 6,2 millones de parados sin solución, supresión de ayudas a los enfermos dependientes, pago de medicinas, catolicismo rancio en las escuelas, discriminaciones, nepotismos...el gobierno del Rajoy de plasma poniendo la zanahoria de la recuperación tan incuestionable como el cuento de la buena pipa; carencia absoluta de soberanía internacional, modelo de Estado eternamente sin resolver aunque no exista ya el freno del socorrido pretexto de la violencia etarra...A este cangrejo de país no hay por donde agarrarlo. Es porque nos hacen creer que caminamos hacia adelante. Sin embargo marchamos hacia atrás como cangrejos beodos, y no somos capaces de discernir ni qué somos, ni quiénes somos.
En este momento se pioduce uno más de los múltiples incumplimientos del programa electoral del Partido Popular. Sube la tarifa de la luz un 1,2 por ciento y ya supone un alza acumulado del 60%.
Aunque, gracias a la divina providencia de los tontos útiles, los timoneles del país no disimulan su satisfacción por la suerte que les dará un estadístico balón de oxígeno. La inestabilidad social y política de Egipto, Brasil y Turquía, países de tradicional rivalidad turística, nos viene al pelo. Más turismo. Haremos caja hostelera. Salvados por las playas, el alcohol y los bikinis. Y a vivir, que las siguientes elecciones están a la vuelta de la esquina.
No hay apenas Plaza de Tahrir en España. Sólo hay fútbol multimillonario y otras ficciones para matar el tiempo. Pero es el tiempo el que nos vence y nos mata a nosotros. Por negarnos a hacer frente a la realidad de cada día y actuar en consecuencia. Por ser y aspirar a ser y suspirar por ser únicamente consumidores pasivos embrocados, meros apéndices de un carrito del mercado. Sin pulso ni reacción ante el castigo de la putrefacta autoridad. Ni aunque nos claven las toreras banderillas de fuego. |
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