Se apagaron algunas luces |
 |
26/12/2007 |
. |
Como aficionado que soy a la música de jazz no puedo contar la cantidad industrial de kilómetros de carretera que he recorrido para acudir a los conciertos y las jam sessions. Desde hace dos décadas, mis destinos favoritos a la llegada del verano son los Festivales de Getxo, Vitoria-Gasteiz y el Jazzaldia de Donostia. Aparte de otros, más esporádicos.
Así, como peregrino del jazz, he podido disfrutar de esos raros momentos donde se produce la magia de lo inefable. Cuando las notas musicales del talento consiguen detener el tiempo de los relojes. Y sientes que algo en tu interior se eleva para entrar en otra dimensión.
Miles Davis, Art Blakey y sus Messengers, Art Ensemble of Chicago, Keith Jarret, Ornette Coleman, Stan Getz, John Mayall, Taj Majal, Milton Nascimento, Pat Metheny, Joe Pass, Brad Melhdau, Steve Lacy, Charlie Haden, Don Cherry, MacCoy Tyner, Marcus Miller, Weather Report, Tom Jobim, Paco de Lucía y otros muchos innumerables genios del solfeo han ido desfilando estos años ante mis oídos atónitos y gozando...
...Y también Oscar Peterson. El enorme pianista fallecido hace pocos días. Me acomete la tristeza cada vez que desaparece un músico de los que he visto y oído en directo y en los discos. Me ocurre lo mismo con los autores de mis libros favoritos. Con los artistas en general, pues son los que iluminan con su candil nuestra tediosa existencia.
Una pequeña historia entre bastidores del compositor de “Night Train”. Peterson como persona hacía honor a su gran tamaño corporal y parece ser que era como un oso bonachón. La organización del Festival de Jazz de Vitoria-Gasteiz tiene por costumbre invitar a los músicos a comer en el célebre restaurante “El Portalón”. Una vez a la mesa, a menudo se plantean dificultades, por las costumbres gastronómicas de los artistas extranjeros y su extrañeza de lo que se tiene por aquí como menú. Este fue el caso de Oscar Peterson, al que pusieron delante unos chipirones en su tinta, tan oscuros como su piel. Aquella primera noche costó lo suyo convencerlo de que los probara. Cuando se decidió, finalmente, quedó tan extasiado que repitió ración tras otra. Y cuando volvía al festival, al cabo de los años, enseguida pedía que le llevaran a comer “esa cosa tan negra”.
En este año 2007 han sido varias las luces que, por una causa u otra, se me han apagado para siempre. Aunque queda el consuelo de la longitud y latitud de su obra. El músico Joe Zawinul, pianista fundador del señero grupo Weather Report. El coreógrafo Maurice Béjart, Luciano Pavarotti, Fernando Fernán Gómez en la escena.
Los escritores W.G. Sebald y Kurt Vonnegut...
En el lenguaje artístico de la escritura valoro mucho el humor-del color que sea- en cuanto a revulsivo del orden establecido, habitualmente injusto y motivo de la existencia misma de la buena literatura. Desde Quevedo y Cervantes hasta Kafka y Vonnegut. Todos muertos pero todos ellos vivos.
Pero esta pequeña historia de mis preferencias literarias la dejaremos para otra ocasión. De momento me voy por unos días a Lanzarote, la isla canaria donde habita don José Saramago. Y donde plasmó su arte plástico, en plena conjunción con el paisaje, el arquitecto César Manrique.
Como no tengo ordenador portátil, no me queda más remedio que tomarme vacaciones, cargando pilas para reanudar este blog a la vuelta del día 9 del nuevo año 2008. Que sea propicio para toda la buena gente. |
. |
|
|
|