El Día de los colores
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08/03/2013
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Las mujeres nos llaman a manifestarnos a favor de la dignidad de la condición femenina, y contra la violencia intrínseca que emana de la intransigencia y el miedo a lo desconocido. La mejor manera de conjurarlo es conocerse mejor. Ahuyentar fantasmas a golpe de palabra y actitud. Huir de la palabra que no repose manifiestamente en los hechos.

Y hoy que se celebra a la mujer en genérico, cabría preguntarse lo que se entiende por tal. Por ejemplo, ¿la alcaldesa Rita Barberá lo es, presuntamente? ¿Y Esperanza Aguirre? ¿también la infanta Cristina? Aparentemente sí por su silueta, pero lo dudo mucho. La primera es una subespecie de bucéfalo peinado con martillo y cortafríos, la segunda es un espécimen pijoide modelo de intrigas sibilinas y la otra delinque (presuntamente) a la sombra de su marido, el emPalmado duque de Chorrapelada...

Si acaso, esos son unos modelos de lo que no se debería ser.

Hoy es el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Esto quiere decir que los otros 364 días son difíciles, seguramente aciagos o acaso fatales. En el sistema patriarcal que usamos, cada 15 segundos una mujer cualquiera es agredida y quizá muerta en este perro mundo. Cada 9 minutos esa u otra mujer es víctima de una agresión sexual. Cabe la posibilidad incluso de que quede embarazada.

Existe una internacional del dolor. Aquí y allá la tragedia del segundo sexo salta a la vista. Nunca hay que olvidar las lacras de otros lugares donde el primitivismo exhibe su crueldad, sin tapujos educativos ni civilizados barnices. No tan lejos de aquí, un gran número de mujeres van por la vida sin clítoris. Fueron sometidas a la tradicional ablación que se les practica cuando niñas, para ahorrarlas el placer y garantizarse su fidelidad. Muchas mueren en la “operación”, realizada a la cruda intemperie con una oxidada cuchilla de afeitar. En Africa abunda también el “folklore” de la infibulación. Consiste en coser la vagina para dejar una abertura mínima. Otras contraen el SIDA por no poder o saber negarse al asalto del atavismo fálico de siempre.

Pero ¿Qué cosa es la mujer? Yo sólo veo mujeres en plural. No es una cuestión de elevar un icono mítico. La igualdad de derechos debe ser una cosa tan natural como respirar o soñar. Que tenga que celebrarse un Día está bien como pretexto de fiesta, pero es un síntoma de que las cosas pintan feas todavía para el género femenino.

Aún estamos muy lejos de la paridad entre géneros. Ahora mismo, cuando creíamos que ciertas cosas básicas estaban consolidadas, ha llegado el pedrisco arcaico. Son malos tiempos para la lírica. Y también para la épica humanística. Habrá que practicar el insistencialismo.

El sacrificio personal se acentúa en estos tiempos de tribulación económica. Crisis lo llaman, pero significa drama. Mujeres sobre cuyos hombros recae la familia como entidad; el peso del cimiento cultural de un sistema que se resiste a fenecer. Mujeres marginadas del protagonismo paritario, y constantemente atacadas, en su ser y estar, por una iglesia que despliega sin ambages su machismo teológico. No al aborto, no a la homosexualidad, no a la promiscuidad. No a esto. No a lo otro. No al derecho básico de hacer con la vida lo que nos viene en gana...


Pero hoy es fiesta y manifestación del color. Se celebra el Día de la Mujer Trabajadora. La que conquista sus derechos igualitarios con su voluntad y su saber hacer, pensar y sentir.

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