El perfume de la perfidia 21/01/2013 . Nunca me creí del todo el espectáculo tontorrón de Esperanza Aguirre, la más alta perfidia hecha mujer, cuando anunciaba a toda campanada su retiro de la política activa. Esperanza estaba cansada, sólo se vive una vez con la familia y quería atender con más intensidad a los nietos. Apenas nadie tuvo en cuenta su auténtica idiosincrasia. Aguirre es una yonqui del poder y necesita su dosis todos los días para seguir tirando. El día del zarzuelesco anuncio, en la melée mediática dio por hecho que se marchaba para siempre jamás. Un dato rotundo que abonaba la confirmación de su marcha: para entretenerse y no abandonar del todo el vicio, la hiperpopulista Espe se aplicó metadona como sucedáneo y dejó de heredero de la taifa madrileña a su fiel “Atico” González, el de la raya a la derecha. Las riendas las sigue manejando la "lideresa" entre bastidores. Lo cierto es que ella domina la puesta en escena como nadie. Anunció sin insistir demasiado que padece un cáncer, y las alas de esta tragedia rozando su vida aumentaron la verosimilitud del retiro. Hubo lagrimitas, condolencias... y algún suspiro de alivio con barba en el Palacio de la Moncloa. Esperanza Aguirre es una consumada maestra de la táctica. Tiene mucho más peligro en la segunda línea que en la primera y, desde luego, goza de mucha más amplia maniobra que antes, cuando estaba en el cargo. Echó un paso atrás, pero sólo para tomar impulso y librarse de miasmas de corrupción institucional que podían afectarla. Dice que no cree en los políticos profesionales, pero declara por televisión que "no se debe decir de este agua no beberé"... Será una casualida, pero, a partir de su retirada, la presión ha ido aumentando exponencialmente sobre Rajoy y su entorno ministerial. No hay día sin escándalo en los medios. Esta es una forma ideal de demostrar que tres años más de Mariano no hay quien los aguante. No se desencalla el gran problema del paro ni se tapa la boca a los nacionalistas. Borbón está preocupado, enfermo, hinchado y no se atreve a abdicar... No es un panorama tranquilizador. Así pues, se hace necesaria una implosión palaciega para variar el rumbo político del PP; y así seguir mareando la perdiz con otras caretas y un estilo más “aristocrático”. Desde luego, la oposición no está para trotes de contundentes maniobras parlamentarias con mociones de censura contra una mayoría absoluta. Por muy inoperante que sea. Ahora el inquilino monclovita se está percatando, leyendo la Prensa, de lo que Espe ambiciona en la realidad de su sueño: la vuelta al ruedo triunfal por todo lo alto, cortando las orejas y el rabo al manso Mariano y poniéndose la salvación de España por montera. Y para ello la actualidad está demostrando, actúa con la eficacia y la falta de escrúpulos de una incisiva carcoma. Es su naturaleza. Esperanza Aguirre no conoce la piedad y mucho menos la lealtad que no sea al rey y a la bandera de España-España-España. Con ella llega la moda talibán neofascista (perdón, quise decir ultraliberal). De cristalizar esta estrategia, para la ciudadanía sería algo así como caer de la sartén al fuego. Aunque está demostrado que electorado de la piel de toro todavía cree en Dios, y se crece con el castigo... .