Bacterias
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07/02/2012
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Unos científicos acaban de salir a la palestra afirmando que el cuerpo humano es una bacteria. Me lo sospechaba. Al final de la filosofía no somos otra cosa más que un simple microorganismo. Tenemos en el cuerpo diez veces más bacterias que células. Los microorganismos funcionan o no funcionan, pero carecen de sensibilidad. A la vista del mundo en que vivimos, porque así lo hemos querido, esa bacteria de identidad humana solo puede ser una bacteria fecal. La cagamos y la seguimos cagando empecinadamente. A la mierda todas las teologías acerca del alma y sus circunstancias.

Un sino biológico nos lleva arrastrando el culo por la corta existencia. Como no podemos soportar aquello que nos sobrevive en la naturaleza, nos lo cargamos a conciencia, y allá van desde los árboles de la masiva deforestación hasta el fondo radiactivo de los mares. Después de mí, el diluvio. Lo cierto es que nos sentimos menos mal generalmente cuando alguien está o algo está peor que nosotros.

Desde la taza del retrete, se explica mejor la lógica del mundo al que estamos atados por la ley de la gravedad y otras costumbres importantes, como la adecuada alimentación. Desde el fondo del estómago cién millones de neuronas nos fabrican la digestión, crean nuestro estado anímico y la calidad de la líbido. Un científico catalán ha hecho público que la conexión entre el cerebro y el intestino es unidireccional. Según las tesis de los expertos en la dieta, se deduce que las bacterias adosadas en la pared intestinal establecen las inevitables estirpes sociales, una jerarquía de clases en función de lo que se come y cómo se come. No es lo mismo sentarse ante el caviar beluga o un hermoso bogavante que masticar un producto mac donalds, con servilleta de papel perecedera.

La investigadora rusa Irina Matveikova recomienda, con profunda insistencia, leer bien todo el alfabeto del intestino. Afirma que tenemos dos cerebros, el clásico de la cabeza de siempre y el del estómago. El bienestar residiría en este último. Las serotoninas tienen la llave del sí o el no sentirse a gusto y realizado. Quince minutos al día para evacuar creativamente son necesarios. Un estreñimiento crónico produce, al parecer, delirios intestinales. Nuestro equilibrio, en definitiva, depende de las heces. Por lo que no era de extrañarentonces que, en pleno fragor de la siniestra guerra fría, los espías occidentales estuvieran harto interesados en recolectar muestras secretas de las deposiciones de la jerarquía soviética. Leyendo el porvenir de los planes quinquenales, en la mierda de la geriátrica nomenklatura, averiguaban con exactitud aproximada cuándo llevar a cabo las tácticas de desestabilización del enemigo.

A menudo mediante la guerra bacteriológica.


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Huevos XL

Alrededor nuestro se fatiga una industria cuya misión comercial es abastecer el mercado de animales, vegetales y minerales para comer. Antes de que el cristianismo consagrara lla eucaristía como metáfora del canibalismo, la antropofagia era una práctica común a la hora de alimentarse. Lo mismo daba que fueran tribus primigenia que civilizaciones como los mayas. El ser humano comía y era comido por sus congéneres, como cualquier otro animal.

En pleno siglo XXI, algunas prácticas granjeras siguen siendo brutales e innecesarias; como por ejemplo:

La muda forzada es una práctica utilizada para aumentar la “vida económica” de las gallinas ponedoras en las granjas, simulando un invierno express, después de la cual se puede aumentar algo la producción.
Esta práctica se basa en dejar a oscuras y sin comida a las gallinas por un período de dos semanas, tras el cual, las gallinas sobrevivientes han perdido una media del 28% de peso corporal. Además, cuando la falta de comida no les genera suficiente estrés como para forzar la muda, se les deja de suministrar agua hasta tres días.
Está práctica predispone a las aves a una mayor susceptibilidad a infecciones de colibacilosis, clostridiosis, salmonelosis y cólera aviar, pues el sistema inmune está en un estado deplorable.
¿Y la calidad de los huevos producidos?
En general, los huevos, cuanto más grandes, peor calidad tienen. Cuanto mayor es su calibre, menor es la calidad del huevo. En el análisis realizado por CONSUMER, los huevos de la talla XL presentaron defectos de calidad en el 37% de las muestras. Se debe a que el tamaño del huevo aumenta conforme lo hace la edad de la gallina ponedora y a que cuanto mayor es el huevo la cáscara es más fina y frágil y menos aislante.
¿Por qué se producen entonces los huevos XL?
El problema somos los consumidores, que en la era de la información seguimos desinformados, y que por ahora, este producto tiene demanda suficiente como para seguir produciendo.
Fuente info: Think & buy

Si resulta, como dicen, se es lo que se come, y comemos tortura ¿qué somos?
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