La ducha escocesa
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24/10/2011
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La vida en este puñetero mundo es una permanente y sobrecogedora ducha escocesa. Al rayo de luz le sigue de inmediato la exaltación macabra de lo inhumano. .
En Euskadi la racionalidad que se impone al fin después de una suma de muertos, torturados, secuestrados y prisioneros en general de una espiral de acción-reacción-acción-etcétera. Han sido 43 años de intransigencia y confrontación de la piel y la piedra del ultranacionalismo cruzado español contra las extremidades del vasco. En su día, la II República y el Franco borbónico contemplaban las cosas del Estado de opuesta manera. La consecuencia son siempre las víctimas.

La felicidad de aquí cerca queda amargada por los sucesos de la globalidad. Cuando, por ejemplo, se ve el espeluznante y morboso espectáculo televisual de la ejecución del tirano Gadafi, por la turba enajenada y teledirigida.
No es casual, es un método. Igual ocurrió con Sadam Hussein y con Ceaucescu o con el Che Guevara. Mubarak se libró por los pelos. Y luego de la burla a la justicia, no hacen más que hablar por hablar de Justicia.
Lo cierto es que en boca cerrada de muerto frío, y cuyo cuerpo es pateado por la histeria colectiva, no entran moscas. Ni tampoco salen palabras inconvenientes.

En Libia ha quedado neoliberalizado el petróleo. Los felices depredadores de corbata ya andan repartiéndose el botín en acciones. Qué asco más rico.
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