El cerebro no es vida en España
enviar este artículo
10/10/2011
.
La Sociedad Española de Neurología (SEN) y la Fundación del Cerebro ponen en marcha en estos días la “Semana del Cerebro”, cuyo lema es Tu cerebro es vida, cuídalo. España y el cerebro. Palabras mayores, y muy a menudo antagónicas. Probablemente los aparatos de medición y cata del estado de las circunvoluciones cerebrales del personal autóctono, en general, no resistan tan ardua prueba en las unidades móviles que están recorriendo las ciudades. Quedarán fundidos por sobrecarga y para el arrastre. Pero, pensándolo bien, ¿cerebro? ¿qué cerebro?¿cerebro para qué?

El SEN y la Fundación del Cerebro podían, pues, ahorrarse el gasto de emprender el trabajo de campo. Para averiguar el estado de salud del cerebro medio español basta con acudir a la prensa y sobre todo, visionar la televisión digital terrestre. Es un flash de desolación mental. Y para esto obligaron a quitar la tele analógica. Todo el mundo se apresuró a comprar el descodificador. Obedientes al abanderado.

El gran problema es que, salvo en el paréntesis republicano, la educación es y ha sido la cenicienta tradicional. Falta gimnasia del espíritu. Los contenidos que se sirven habitualmente suelen ser de garrafa.

Es éste es un país donde leer un libro produce dolor de cabeza, agujetas craneales o directamente el flato cerebral, por falta de hábito. Al mismo Gütemberg, el padre de la imprenta, de haber nacido aquí, le habrían asado, por su osadía, en cualquiera de las múltiples hogueras de la Inquisición cerril o sido fusilado al amanecer por os esbirros de cualquier dictadura testicular. Alguna de las muchas que han sembrado una gloriosa historia ibérica coronada con magistral boina de caspa.

Del dicho al hecho. Al día de hoy, en el año 2.011 del siglo XXI, todavía nos estamos matando por un modelo de Estado, aún sin resolver de manera racional, lógica y de respeto mutuo. En este aporreado solar lo normal es el desplante, el insulto soez y la vanagloria de la ignorancia. Pero no el respeto. Para que exista respeto tiene que haber criterio. Y el criterio se forja, sobre todo, leyendo y con apertura sincera a la curiosidad.

El estilo español es la confrontación con fronteras. El impulso creador, si es que existiera, no puede navegar libremente arando las incógnitas, sino que debe producirse por necesidad y necedad contra algo o contra alguien. Mientras en el ruedo ibérico las buenas gentes se encrespan en las barras de los bares y se enfrentan entre si por la envidia de tener un coche mejor que el del vecino, en la cómoda sombra de los tendidos, los ricos jalean el espectáculo y siguen a lo suyo. Acumular territorio y, con él dentro, unas almas cándidas bien dispuestas a las órdenes del amo. Eso es el natural de las cosas. Como dios manda.

Calla, que ahora la plebe ha puesto su fijación en el cuerpo y en su estética. Según las pautas dominantes, ahora solo interesa el pellejo y sus aderezos. España está a la cabeza del mundo del gasto en cosmética y en cirugía estética. Es un país principal en consumo de drogas de evasión en polvo o el tráfico de pedofilia por la tronera electrónica de Internet. También es el mayor consumidor de videojuegos de matar y morir, uno de los mejores en fracaso escolar...Suma y sigue. ¿Es un sino? ¿Acaso un determinismo genético? ¿Es demencia institucional? ¿Tiene algún remedio humanístico? En España hay un negocio que se puede diagnosticar como ruina segura: abrir una librería. Sin embargo, las clínicas dermoestéticas cotizan en la Bolsa.

El Manco de Lepanto, Francisco de Quevedo, Valle-Inclán, el Arcipreste de Hita, la segunda República, Antonio Machado el movimiento social del 15-M... La lucidez era o bien demasiado poca o nunca pudo persistir lo suficiente. Probablemente no se pueda señalar culpables filosóficos concretos para entender el oportunismo secular del español-español, el regate en corto con zancadilla incluida, la hipocresía defensiva, la trapisonda, el eterno ego nacional magullado y la bestialidad congénita por una elemental falta de ilustración.

Aquí las dehesas han estado siempre llenas de vividores latifundistas y las villas de las malas yerbas de la usura; y los púlpitos, sobrados de curas de armas tomar. En este solar fieramente ordeñado, que se asemeja a una disecada piel de toro difunto, las principales asignaturas han sido y son la picaresca y el descuido. La carencia de una moral básica y el todo vale si no te pescan. Situarse en el escalafón y chupar de la teta es el ideal para hacer carrera. De ese antiguo acervo ha dado fe la buena e inmortal literatura española. Y a veces también la mala, por reducción al absurdo.

Nieblas persistentes de opaco incienso bajo palio, mucho palo y poca zanahoria, fueron la realidad triunfal durante 40 años y un prolongado etcétera de irrealidad. La gente sobrevivía y no se quería o podía enterar de nada. Una vez sumergida la legalidad política y la poesía en el violento mar del fascio, por entre tumbas anónimas en las cunetas del camino real, la escasa disidencia estaba muerta, entre barrotes o exiliada. Las voces discrepantes siempre fueron barridas ora por la consigna y la alargada mediocridad. Así, libre el horizonte de alfabetos y disidencias, fue fácil vertebrar lo invertebrado. Abrasadas las lecturas en cal viva, en el erial resultante se pudo extender una ágrafa y especulativa capa de hormigón borbónico y tontaina. Cemento de evasivas y consumo. Cerebros ayunos de inquietudes y vacíos de curiosidad. Una lobotomía general entre los muros de ladrillo cara vista en ese cotolengo.Olé, en er mundo.
.