La escalera al Cielo y el turismo celestial
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20/09/2011
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Cuando antes de la visita del Papa a España que ya se olvidó, y durante la misma, hubo un ambiente convulso en la calle y en los medios de comunicación. Pero luego casi todo ha sido silencio. El Papa Beneficio XVI (a cada cual hay que llamarle por su nombre), vino, soltó su rutinaria y falaz propaganda del maniqueísmo, fuese y no hubo nada.

Su presencia no fue un bálsamo ni un consuelo. No nos habló de fórmulas o ritos que alivien la angustia de una existencia que caduca, al modo catártico de un psiquiatra bien pagado. Tampoco nos elaboró la receta, como un chamán andino, de alguna pócima curativa para las enfermedades del alma. No discurrió su homilía por los húmedos y suaves valles de la comprensión. Su discurso fue rijoso y malhumorado. Quiere más. Y eso que el clero no soltó un euro para gastos, y los representantes de la oligarquía que manda en este país, le besaron el anillo y le aseguraron que al Vaticano nunca le faltaría apoyo financiero de su parte.

Todas las abultadas facturas de los fastos católicos fuern pagadas por los cuitados habitantes de la crisis galopante, en este equívoco y bufonesco Estado no confesional. Ad maiorem Opus Dei Gloriam. El hilo de la contradicción conduce al enmarañado ovillo ddel laberinto. Allí Donde se cruzan los caminos inescrutables del Señor.

No importa el contenido espiritual del mensaje salvación sino la trepa en el mundo del espectáculo. Es mucho más rentable poseer muchedumbres de precondenados dispuestos a alcanzar cualquier zanahoria que se les ofrezca para salir de la cuaresma del purgatorio. Después de todo. el Papa es un actor. Protagonista. Ni él mismo puede ya creerse el máximo representante del Cristo en la Tierra. Hace como que lo es. Representa un papel para consumo masivo de las cámaras digitales compactas. Las fotos son las que justifican el turismo y todos los latines de la economía:

“Estuve allí y lo tengo grabado aquí, creo que me miró un momento cuando pasaba en el Papamóvil”.

Merece la pena sacar un poco más de jugo al evento y el despliegue papal ibérico. La organización del mismo se llevó a cabo en el más puro estilo de devoción catequística. Había que demostrar capacidad logística en todos los frentes, incluido el fútbol. No en vano la jerarquía de la iglesia católica española, la más papista, ridícula y carca del hemisferio occidental. Antes de ascender a Papa, Ratzinger era el guardián del Santo Oficio. No es extraño que conecte bien con estos irredentos descendientes de la Santa Inquisición. No se han arrepentido aún de quemar a Miguel Servet.

Y no digamos de los macabros estragos de la posguerra civil que nos ha conducido hasta el hoy hispánico. Dios los crea y ellos se juntan.

Una pregunta que asalta, a la vista del panorama. ¿Es el dinero un dios o Dios es el Dinero? A la hora de elegir el culto ¿qué prefiere la grey, ¿son ambas religiones perfectamente compatibles en el alma humana? O bien ¿es el Dinero el único Dios posible en este mundo? En los últimos tiempos el Dinero está demostrando su totalitaria omnipotencia. Parece cosa del diablo. Satán le está echando un pulso al Dios cristiano en su propio terreno metafísico. El ser o no ser ha sido desbancado por el materialista tener o no tener.

En efecto, a ser rico se le atribuyen todas las ventajas y la felicidad del Bien. El Mal es la miseria de los miserables, la que debería amparar la iglesia. Ser rico parece resultar rentable como terapia del ego hedonista y, al parecer, merece la pena dedicar toda una vida a conseguirlo. Es más, el Vaticano se ha lanzado también a esta contagiosa carrera monetarial, sin que su teología ponga reparos ni objeciones en contra. Totum revolutum est. ¿Lo espiritual y lo material en el mismo saco? ¿Son por fin compatibles el bien y el mal en la posmodernidad? En un principio pareció cosa de combatir las pompas y vanidades del Lucifer con su propias armas, una táctica espiral de redundancia donde suelen quedar cautivas las almas incautas.

Aunque no me mueve ni conmueve ninguna fe, sí me impulsa la curiosidad. Cuando estuve por tierras egipcias fuí a ver el monasterio de Santa Catalina, en pleno desierto del Sinaí Allí se conserva la planta de donde se arrancó la zarza bíblica. También hay unos manuscritos antiquísimos están a disposición del turísta. Se ven pero no se tocan. Estos elementos de los orígenes del cristianismo están custodiados por monjes ortodoxos griegos con su característica luenga barba y ojo avizor. No tienen otra cosa que hacer, aparte de orar y cavar un huerto para suministro de verduras para la comunidad.

Allí se resolvió un precursor momento crítico para la humanidad. En otro tiempo de crisis. Otro paralizante o degenerativa encrucijada de valores. El bíblico rumbo de la conducta humana lo marcó Moisés, cuando bajó del monte con la zarza ardiente, blandiendo un cayado y las Tablas de la Ley en la mano. El diabólico Becerro de Oro fue derrotado. Yahvé intervino enérgico para señalar las conductas a seguir por la grey. Hubo una salida a la crisis. Pero hoy no hay un Moisés disponible. La guía de las muchedumbres es la televisión y el Becerro de Oro son los banqueros que alaban al Papa. No hay a la vista más Paraíso que los paraísos fiscales. Este “oráculo” con pantalla a color es, precisamente, el principal armamento del enemigo de la iluminación. La zarza catódica insiste insidiosamente en la tentación del consumo zafio y arrastra a las masas al destino de fatalidad ecológica. Igual que el flautista de Hamelin.

Opcionalmente, el turista temático también puede dar un paseo a lomo de camello por la zona. En ese árido entorno, proclive a los espejismos y alucinaciones reverberantes, se supone que resonaron las palabras de Jesús, el profeta Fundador. Desde hace tiempo el Vaticano es una institución con afán de lujo. Huye de la humildad y de los pobres como de la quema. Rehuye el Sermón de la Montaña y sus otras raíces místicas fundamentales. En su lugar han adoptado la teología virtual. Sin embargo, si el dogma dice quien no esta conmigo está contra mí, entonces Lucifer es El Anticristo que reina en el mundo. El Príncipe de las Tinieblas se ha apropiado de la doctrina y ha quedado de okupa permanente en la Santa Sede.

Si no es el Papa, alguien con indiscutible autoridad moral y suficiente visión profética debería desentrañar las incógnitas de la conciencia moral humana. La religión al uso lleva 2.011 años intentando hacer realidad el hombre bueno en una sociedad justa y equilibrada. A la vista está que no lo han conseguido. El Papa ya no es el Mando a Distancia de Dios sino un vejete coñazo con un aburrido y estupefaciente discurso de piñón fijo. A la vista de los resultados, en el Vaticano debería echar el cierre y los curas despedidos, como en cualquier factoría que no alcanza sus objetivos.

La Razón no triunfa. Su acción es más lenta que los acontecimientos mercantiles. Interpretar el manual de uso de los objetos electrónicos es el catecismo definitivo.

El Dinero es la Ley y el atolladero. Vaya por Dios.

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