Periodismos
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15/06/2007
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¿Periodismo objetivo o subjetivo? A la hora de ejercer su oficio ¿tiene que ser el periodista un abúlico y aburrido notario o debe implicarse ofreciendo su visión? Este debate está sembrado, dentro del mundo de la Prensa, casi desde que Gütenberg inventara la imprenta. Y continúa todavía, a veces con no poca virulencia y sin escatimar descalificaciones de alta tonalidad.

Uno piensa que la profesión debe ejercerse siempre desde la perspectiva de un subjetivismo honrado, basándose en los datos y con la máxima libertad estilística a la hora de exponerlos. Una práctica donde no se olvide el concepto de civilización y teniendo como herramienta de base los derechos humanos. Independientemente de las maneras, la crítica al poder es imprescindible, como contrapeso que garantiza la limitación de su natural tendencia al abuso. Tampoco hay que olvidarse nunca de combatir la destrucción del único planeta que tenemos como especie habitante en el universo.

Esos son los principios de lo ideal. Sin embargo, el panorama real nos muestra que, a la hora de la verdad, las cosas suelen ser de otro modo muy distinto. No es cuestión de periodismo objetivo o subjetivo. La cuestión es si es o no es. Periodismo o propaganda. La división es entre información o publicidad en sus múltiples variantes, colores y disfraces.

En el mundo actual de la comunicación se ha llegado ya a un punto en que la mayor parte de las noticias proceden de las grandes agencias de publicidad, que promocionan tal o cual línea de consumo. Sean productos de belleza o maneras de vivir a toda velocidad sin enterarse de nada.

Si una editorial vende muchos periódicos y un telediario arrasa en el share multimediático, llega la publicidad y llueve el dinero a espuertas. Da igual que sea basura. Cuando llama a la puerta el éxito de audiencia, automáticamente creen que su modelo es el correcto. No se plantea más. En un ambiente de depredadores en lucha feroz por el territorio no hay lugar para dudas. Ni para ceder protagonismo al ciudadano lobotomizado por la intoxicación de palabras huecas. Los accionistas están radiantes en sus cenáculos. Todo va como la seda. Los periodistas, como los galgos, hacen sus carreras en pos de la gratificación profesional. Pero al igual que en el canódromo, las promesas de alcanzar la rica liebre suelen quedarse en meros señuelos de cartón piedra accionados a distancia.

En Badenmer hubo un tiempo en que coexistían dos ejemplos de periodismo. El del objetivo"Diario Montañés” y el de “La Realidad”, periódico semanal de corte subjetivo. Uno arriba y vertical adosado al poder, el otro abajo en la horizontalidad del contrapoder con los nadies de este mundo. El uno consolidando el vértigo del sistema producción-consumo; el otro, como su propio nombre indicaba, propugnando el altermundismo del otro mundo es posible.

Al día de hoy, como era de esperar, el DM sigue amasando fortunas en base al boom inmobiliario. También colecciona extrañezas de los lectores, cuando no se publican en el papel sus denuncias contra los abusos o las negligencias del poder. Estos son daños colaterales. Cuando no hay competencia son asimilables.

La otra Prensa murió asesinada por la corrupción política el día de los Santos Inocentes del año 2001. Pero según la teoría del eterno retorno y del tiempo circular, así como la ley del péndulo, en estos días de Junio 2007 el fantasma de “La Realidad” se empeña en resucitar para pasearse por el "blog" del DM.

Es esta una bitácora de sepulcro blanqueado. Un marketing para estar al loro y no perder la comba de la moda. Un maquiavélico simulacro de libertad de expresión que más bien sirve para darse tono y disimular. Una válvula de escape para los afectados por la misma especulación que pudre el paisaje e inserta la ingente publicidad. Y lo hace sobremanera en ese periódico de la objetividad como objeto manipulable. Entonces ¿en qué quedamos?¿Publicidad o información? ¿Agudos reportajes o avispados publirreportajes? En los gélidos despachos de caoba de los de arriba, siempre y antes que nada y que nadie está el negocio. Así es.





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