El azar, las necedades y la necesidad |
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23/03/2011 |
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Los conflictos entre humanos, preferentemente las guerras despiadadas, han sido de siempre por acaparar. El almacén al poder. Quien tiene los suministros tiene a su merced los estómagos. Con lo que puede hacer lo que quiera a su favor.
Una vez conquistado el botín, los vencedores se atrincheran en el comodín de la baraja al que llaman paz, y se dedican al Arte. A eso se le llama civilización. Se puede contemplar en los museos y mausoleos. Siempre ha sido así y así sigue siendo. Cambia la tecnología al ataque, pero las escudos y lanzas de Alejandro significan lo mismo que los sofisticados cazabombarderos Phantom, el GPS...
El Occidente industrial tiene una dependencia yonqui del petróleo, igual que antaño se quiso dominar la Ruta de la Seda. Como drogadicto que es, el sistema miente y hace cualquier cosa, preferentemente indigna y tramposa; venderá a su madre, si es preciso, para garantizarse el suministro y evitar el síndrome de abstinencia o el colapso. La manera actual es manejar la geografía del gas y el petróleo. El desarrollo está en juego. Habría que definir mejor
qué es la prosperidad y para quiénes.
Porque el problema de fondo es si habrá para todos en la despensa. Somos casi 7.000 millones de individuos comiendo recursos y cagando detritus continuamente en este planeta. Se calcula que la cifra alcanzará los 10.000 millones a la vuelta de la esquina. Demasiados. Hay una evidente cuestión de reparto, pero lo cierto es que vivimos muy por encima de nuestras posibilidades terrenales.
Desde luego, la gente con conciencia protesta contra las injusticias, y está bien hecho. Pero muy pocos deciden abandonar los hábitos y el modo de vida presente. El que conlleva el crédito bancario y los tubos de escape del motor automóvil. Pretender seguir viviendo como ahora es una espléndida contradicción que cultiva la mejor coartada del "establishment". Sería preciso, sin embargo, un cambio de conducta radical (individual y colectiva) en la práctica diaria. Otra cosa distinta, que implique la erradicación general de esta demencia de vida. Una suerte de Retirada Estratégica del consumo masivo y del despilfarro que son la ley del mercado.
Tanto tienes tanto vales si o tienes propiedades, nada vales. Si hay algo que marque el destino de una persona es el momento y el lugar donde la madre da a luz a la criatura. De ello dependerá que pueda llegar a competir por ser alguien o que sea carne cruda de darwinismo.
Todas las políticas de control demográfico habidas y por haber han fracasado. La demografía y los mapas son selectivos. Pero donde no llegan lo suficiente las medicinas y los alimentos imprescindibles o el agua potable, llegan las señales de la televisión con sus fantasías publicitarias. Los chinos se han decidido a abrazar sin freno el binomio producción-consumo. Eso les convierte, ahora sí y desde el punto de vista medioambiental, en un auténtico “peligro amarillo”. Como tienen mayor poder adquisitivo, presionan al gobierno para que derogue la ley que les obliga a tener un solo descendiente por pareja.
Y lo cierto es que, si todo el mundo aspira al mismo tren de vida que el hombre blanco medianamente pudiente, el planeta estaría definitivamente sentenciado.
Dice la tradición de la bienvenida en los países ricos que los niños vienen al mundo con un pan bajo el brazo (o así era antes de la crisis). En Africa y los otros países pobres los niños nacen con un fusil AK-47 o una patera tatuados en la piel de su destino. O bien una temprana fecha de caducidad como esperanza de vida. En cuanto al hombre pobre caucásico, ser rechazado por la dinámica de la cadena de montaje es como quedar convertido en un residuo de alcantarillado.
Hay en el planeta Tierra, sin ir mucho más lejos de Gibraltar, países en pie de guerra; habitados por mayorías miserables, aunque estén flotando sobre un subsuelo de oro líquido. Los beneficios de ese peligroso comercio los manejan, desde tiempo inmemorial, cuatro despabilados. Antes de las actuales revueltas populares, en el oriente próximo del petrodólar, el Islam resignaba a los fieles a acatar la miseria y las tiranías de larga duración. Así lo predicaba la oración del Corán. Pero ahora las poblaciones se sublevan, o son sublevados, en sorprendente sincronía y sin que sea pecado. Los caminos de Alá son y han sido desde siempre inextricables. |
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