Wikileaks y la Infamia revisitada |
 |
02/12/2010 |
. |
A ver si vemos algo tras el bosque de tejemanejes y violentas oscuridades públicas de estos dias. Julian Assange, el periodista-activista (autodenominado) y cabeza visible de Wikileaks, está pasando a limpio digital las páginas más actuales de la Historia Universal de la Infamia. Lo hace por la Red de redes que, entre otras cosas más majaderas, intoxicantes o banales, para eso está. Una subversión escatológica de un Orden que demuestra ser lo más aproximado al tan temido como vilipendiado Caos.
Y la Infamia ha respondido como ella sabe: con iniquidad y malos modos. Con una soberbia nacida de la impunidad yconfiada en el bien hacer habitual de la propaganda ¡Santo Göebbels, maestro, que estás en los cielos!
Ha reaccionado la Infamia intentando cubrir de fango al mensajero, y luego tal vez cortándole respiración si procede. La Infamia siempre tiene en su almacén de herramientas algún loco, providencialmente incontrolado y listo para hacerse famoso.
Como, por ejemplo, los que asesinaron a Martin Luther King, John y Robert Kennedy, Lennon y otros estorbos similares.
Con estas conocidas medidas de contraataque, los tahúres del escalofrío político elevan una cortina de humo para camuflarse. Así logran que la opinión pública no se fije en el fondo del asunto: las flatulencias del poder “democrático”.
Pretenden, en esta ocasión, disimular el hecho de que Wikileaks no ha inventado los escandalosos documentos que les dejan con el culo al aire. Es decir, la zafia y maloliente incontinencia de quienes llevan las riendas del carromato donde todos estamos encaramados. Y que vamos trotando por una peligrosa senda de abusos que bordean el precipicio del parafascismo.
El Salmo Obama debería hacer algo que aleje a las almas humildes y a los menesterosos ahorradores del pesimismo. Hacer y no sólo decir. Este hombre se pasa la vida diciendo y desdiciendo cosas. Pero lo cierto es que su lugarteniente Hillary Clinton se ha lucido lo suficiente con su espionaje generalizado y su psicopática caricatura de política exterior.
Y aquí, en Spain, los superiores de aquellos funcionarios que ignoran o promueven los silencios o los obstáculos sobre tenebrosos asuntos, como los misteriosos vuelos a Guantánamo o la liquidación del periodista gráfico José Couso, deberían también hacer algo que no sea parapetarse en el cargo y en silencio cómplice de las alfombras.
Ni siquiera el talento del gran Borges podía imaginar en sus ficciones una parada tal de monstruos aterrizando en el poder, disfrazados de normalidad vulgar y corriente. La Infamia, cuando se mezcla con poder y decadencia, suele superarse a sí misma. Y devora víctimas en cantidades innumerables. |
. |
|
|
|