La culminación de los opuestos
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29/10/2010
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Toda la vida enhebrando retóricas de amor ( loas insistentes en el brocado cultural: poesía, música...) mientras la historia certifica que la raza humana se aburre sin odiar. El odio es el carburante superior, el que mejor impulsa la maquinaria. El odio y su sucedáneo la indiferencia vivifican las glándulas de la realidad. En esta excitación espasmódica, el amor es perfectamente prescindible, como en toda constante de confrontación.

Amar no es aplastar, ni tampoco permitirlo. Pero parece que eso no es lo que dice el manual de instrucciones.

Convendría aclararse en bien de las costumbres y de la cultura de manejo. Porque, si el que predomina es el odio y sus variadas manifestaciones, lo lógico y consecuente sería dedicar todas las odas no al manido amor, sino al odio espléndido que nos invade.

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