El hambre de Aminatou y la razón de estado
enviar este artículo
29/11/2009
.
Quizá habría que recordar, por si acaso algún gobierno de izquierdas lo ha olvidado por despiste identitario, o bien por intereses o simple desinterés, que el recurso a la huelga de hambre es la forma de reivindicación de justicia más extrema. Conque, si no se produce alguna feliz eventualidad, su desenlace lógico es una tragedia. La muerte por inanición.
El caso Haidar pone en evidencia la errática y entreguista política exterior española. Su recurso permanente al inmovilismo y el dejar pasar, como solucionador de los problemas más acuciantes, con la esperanza de que se resuelvan solos, por la propia inercia de los acontecimientos. Y, lo que es todavía peor en un gobierno de corte socialista, recurriendo a la más alicorta y ciega razón de Estado. En el caso concreto del Sahara Occidental, es evidente su alineamiento pro-marroquí, en complicidad con los intereses geoestratégicos de Francia y los EEUU para la zona del Mahgreb.

Ahora mismo el incapaz ministro Moratinos tiene una patata muy caliente en el aeropuerto canario de Lanzarote. Será muy instructivo saber hasta qué punto la soberanía española está atada y bien atada de pies y manos, a la hora de tomar decisiones autónomas que conciernen a su política exterior. ¿Forzar la alimentación de Aminatou Haidar apelando a no se sabe qué peregrinos argumentos humanitarios? ¿Darle la razón y contrariar al “amigo” marroquí Mohamed VI del Peregil, arriesgando represalias contra las cuantiosas inversiones empresariales españolas? ¿Dejar que Haidar se muera de hambre ante los ojos y los oídos de todo el mundo?

No parece muy congruente que hace unos días se negociara con unos piratas somalís de tres al cuarto, porque había rehenes españoles de por medio. Y, sin embargo, se vuelva la espalda y se cabalguen permanentes ambigüedades a la hora de abordar el asunto del Sahara Occidental. Ello a pesar de que la Ley internacional y los pronunciamientos de la ONU, a favor del derecho a la autodeterminación del pueblo saharahui y de un referéndum, son claros y contundentes.
¿No son, acaso, también rehenes de Marruecos los 300.000 refugiados saharauis que sobreviven a duras penas, y desde hace más de tres décadas, en lo más inhóspito del desierto argelino? ¿No será el gobierno español, también aquí, víctima del síndrome vasco? El temor timorato a abrir la caja de Pandora de la autodeterminación de los pueblos...
Este año se cumplen 34 años desde que España entregó vergonzantemente el Sahara Occidental al reino de Marruecos. Con Franco agonizando en el hospital de la Paz, se hizo el apaño firmando con urgencia los Acuerdos de Madrid.
Los saharauis, hasta ese momento, habían sido ciudadanos españoles con documentación española. Desde ese momento fueron refugiados que aspiran a recuperar su país. La moral y las leyes están de su parte. Pero el enemigo lo ocupa con malas artes y un ejército.
.