Apaga y vámonos |
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09/06/2009 |
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Este país no es serio ni tampoco jocoso, es simplemente gris y mediocre por imitación a los padres de la patria. Merced a una especie de designio histórico, estamos atados indisolublemente al género literario del esperpento. Dicho de otro modo: a nadie se le ocurre decidir y anunciar en el Día Mundial del Medio Ambiente que la fugosa central nuclear de Santa María de Garoña (Burgos), que el sentido común daba ya por muerta y apagada, seguirá funcionando por decreto una década más. Con sus pedos radiactivos y sus fugas periódicas incluídos.
Así lo ha decidido por unanimidad el Consejo de Seguridad Nuclear; es decir, el Tanatorio atómico donde están representados, por activa o por pasiva, los emporios de la eléctricidad producida por tierra, mar y aire.
Si el presidente Zapatero no se decide a clausurar definitivamente la central chatarrera de Garoña, se habrá cumplido un negativo presagio político. Será la demostración palmaria del declive ejecutivo del inquilino de la Moncloa; y, por lo tanto, de que los lobbys (en este caso Endesa/Iberdrola) han tomado las riendas de la situación, suplantando en el poder el contrario deseo de las urnas. Aunque ahora parezca más bien un holograma de Sí Señor, lo cierto es que en el programa socialista de Zapatero está plasmado su compromiso de “cerrar paulatinamente las centrales nucleares existentes en España”. Más aún razón si alguna reviste peligro por estar obsoleta. Como es el caso de la de Garoña.
La margarita que tiene que deshojar ahora mismo Rodríguez Zapatero es si complace a unos poderes fácticos, herederos de la transición reformista (las famosas familias eléctricas del franquismo), o crearse la imagen de claudicante antiecológico en un tiempo éste en que lo verde significa votos. O sea, si sigue pintando algo o ya Ellos lo han encerrado en la urna honoraria y decorativa de estadista. En definitiva, si ya está atado de pies y manos por culpa de su irrefrenable tendencia al pasteleo.
Con esta suma de debilidad política y la presente composición del CSN (Colador del Sistema Nuclear), me temo que la suerte ya esté echada, aunque me gustaría mucho equivocarme.
Por si acaso cupiera una posibilidad de cordura en tanto desatino, hay que exigir el cierre inmediato de Garoña. Es lo más seguro para todos. La salud general no puede ser nunca jamás rehén de la avaricia de unos accionistas particulares, por muy importantes o avasalladores que estos sean.
Una cosa es asumir que la vida es frágil, incluso tener en cuenta el riesgo de que le caiga a uno encima cualquier teja del alero en día de huracán. Y otra cosa distinta es que se nos obligue a jugar a la ruleta rusa. A estar siempre pendientes del hilo que se puede romper. Y además pagando el recibo de la luz.
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