Obama el telepredicador |
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04/06/2009 |
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Llega el emperador Obama, suelta un discurso apaciguador donde los faraones egipcios, se acuerda de los tiempos de Al Andalus y toda la clase política europea, la de más allá y más acá (de la alambrada de Melilla), anda babeando con míster Obama.
En cuanto al complejo español de insignificancia, la referencia a El Andalus de Obama ha tenido un efecto euforizante. Ya no estamos desaparecidos de la Historia; nos ha nombrado y nos recibe el inquilino de la Casa Blanca. Resurge el gaseoso "Diálogo de Civilizaciones", acuñado por Zapatero, como si fuera un dentífrico para eliminar el mal aliento de nuestra deserción del Sáhara. Etcétera. Somos orgullosos exportadores de ideas para la pacificación del mundo. Ya somos estadistas; no sólo mayordomos de una colonia llamada España.
Mal anda de lógica creíble el capitalismo mundial, cuando necesita tan imperiosamente un mesías Obama. Es decir, un orador en quien tener fe; que todo lo solucione por la vía milagrosa de la locuacidad.
Este presidente de los Estados Unidos lleva marchamo de convertirse en fenómeno religioso. Quizá ya lo sea. Por ahora, su invocación suena a salmo: Obama, Hossanna. Un telepredicador de altos vuelos, en la época delirante de los missiles coreanos, de los sionistas filonazis, de los hombres-bomba islámicos adoctrinados en los centros de ejercicios espirituales de Bin Laden.
Con Obama o sin El, los filisteos ricos del templo Wall Street seguirán explotando las materias primas y la mano de obra regaladas por el Tercer Mundo. Por debajo de las bonitas retóricas y del encantamiento sonrisa dental el Sistema es así de concreto.
Por cierto, los tejedores de los discursos del presidente de la superpotencia que domina el planeta deberían hilar más fino. No ser tan chapuceros con la historia de su desconocida Spain. Obama reza que el máximo ejemplo de convivencia de tres culturas del Libro (cristiana, judaica y musulmana) fue Córdoba, cuando hubiera debido decir Toledo. Pero hablar de tolerancia de tolerancia en un tiempo donde actuaba la Santa Inquisición puede sonar a chiste o a ignorancia supina.
Es necesario precisar que los pirómanos de fray Torquemada nunca anduvieron de hogueras por el califato cordobés. Torturaban y quemaban por otros lados. Queda por comprobar si el predicador Obama les quita las cerillas de las manos a los modernos inquisdidores de Guantánamo.
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