Teorema de Palos
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26/03/2009
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Dicen que el actual gobierno de Catalunya es una coalición de izquierdas. Y que el gobierno central con sede en Madrid también lo es. Si embargo, la Generalitat ha soltado a sus perros mordedores y estos mossos d'esquadra se han aplicado a reprimir a unos estudiantes como en los mejores tiempos de la dictadura del cartabón y el catecismo.
Los estudiantes protestaban contra el Plan Bolonia. Este o cualquier otro plan que afecta a la colectividad puede ser discutible y discutido, pero nunca impuesto por la fuerza bruta. A la izquierda se la presupone el uso de la palabra y el debate reflexivo, nunca la disuasión por el método de la porra de triturar discrepancias. Cuando se acude a la violencia es que no quedan argumentos, sino compromisos tomados con alguien al margen de la gente. Trágalas. Eso es lo realmente preocupante; la decisión de silenciar a palos inaugura una forma de hacer indigna de la universidad de las ideas. Un mimetismo con los modos autoritarios de la derecha atontada por la propiedad y el egoísmo. Una intransigencia y un secuestro de la democracia por parte de los que son meros representantes de la misma. Políticos coyunturales. Nada más.

El consejero de Interior del gobierno autonómico amontillado, Joan Saura, pertenece a IU/ICV. Seguro que más de una vez se vanagloria en las tertulias con amics de aquellos tiempos en que él corría delante de las fuerzas de orden público. Lógico. Era joven y era de izquierdas y protestaba contra la establecido. Con toda probabilidad, también viajaría al París post Mayo 68 a darse un barniz de barricada; y a perpetuarse en la foto ante los graffitis revolucionarios de Nanterre ("prohibido prohibir, etc...). Como tantos otros simuladores y diletantes, la cuestión era hacerse un curriculum de legítima izquierdidad. Ahora cavila todavía -en su fuero íntimo- que es de izquierda, pero considera a los estudiantes anti-Bolonia elementos subversivos. Y los machaca a modo.
Pregunta retórica: ¿Qué tendrá el poder que al saborear sus delicias convierte inevitablemente al Dr. Jekyll en un amnésico y desquiciado Mr. Hyde?

Un célebre bolero ya cantó “Dicen que la distancia es el olvido”. No se sabe la razón. Pero lo que sí se puede constatar es que la distancia entre la poltrona y la calle es una zanja de una anchura insalvable. En la calle siempre se producen cosas insospechadas, alteraciones, que sobresaltan la rutina parlamentaria y cortan los bostezos digestivos de cuatro tenedores.
Están alterados. Se les están descosiendo las costuras del encanto neoliberal. No les salen las cuentas. Aunque, si la tarascada boloñesa de Barcelona ocurre en los tiempos del talante zapatero, imaginémonos la misma situación con un gobierno bajo la férula de un Rajoy chapapotesco. Y nunca mais "Prestige".

La histórica maldición española es tener que elegir entre freírse en la sartén o caer directamente al fuego. La tarea reside en cómo torcer ese triste sino.
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