España, ese espectáculo fecal |
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17/02/2009 |
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Suenan los disparos de la escopeta nacional en la sierra de Jaén. Caen abatidos varios muflones. Es una montería organizada por un dirigente azul del PP.
Los escopeteros invitados son, entre otros seres de la pomada, el macrojuez Garzón y el ministro Mariano Bermejo, nombrado por el presidente Zapatero para limpiar y poner orden en el fangal de la Justicia española. Bajo su manto, los jueces se van a la huelga; la justicia está tetrapléjica. Inválida. La cacería, bien, gracias a Dios; faltaba la cámara del maestro Luis G. Berlanga para dar fe de que, puede que Franco haya muerto, pero las costumbres franquistas son tan alargadas como un siglo de tiempo.
Y el desprecio hacia la ciudadanía, por parte de los personajes del cutrerío que habita el poder, constituye una losa granítica que lastra la democracia. Tanto como un valle de los caídos.
Mientras tartamudean los disparos de rifle telescópico, el olivar de Jaén es testigo asimismo, en estos días, del drama de los jornaleros peor pagados. También en la feria aceitera Expoliva se permite ofender a la dignidad humana, ignorando la tragedia palestina y permitiendo la instalación de stands de Israel. Al mismo tiempo, un poco más allá en la costa andaluza, el hotel ilegal de El Algarrobico sigue ocupando una playa entera, en un entorno natural “protegido" por la ley. Sin que aquí suenen las cargas de demolición definitivas, como en el caso de la muerte de muflones.
El ministro Rubalcaba pretende acabar con el desempleo perpetrando redadas indiscriminadas e ilegales contra los inmigrantes. Por lo visto, los españoles ya están dispuestos a limpiar retretes y cosas así. Rubalcaba es el paradójico ministro encargado de hacer cumplir la ley. Es oriundo de una remota tierra llamada Cantabria.
Mientras al PP lo devoran las lombrices intestinas, Zapatero carece de ideas propias para salir del atolladero. Se nutre de los consejos administrativos de Botín. No en vano intercambiaron ya cromos de favores. El fiscal general del Estado ordenó sobreseer la causa judicial por blanqueo masivo de dinero negro, con sus "cesiones de crédito"; y, en correspondencia, el banquero del Santander se ha hecho la foto con pie laudatorio para la política económica del gobierno. En España todo va bien. Los precios de las cosas de comer van por las nubes y los submileuristas no alcanzan el nivel de vida del confort neoliberal. Si los pobres no pueden comprar pan que coman galletas.
Ajena a estas tristezas, la familia Botín tiene al menos siete chalets en el enclave de lujo santanderino de El Sardinero y media ciudad es suya. Otrosí, por los montes de Toledo tienen una finca para monterías, con aeropuerto propio. Caza mayor, como corresponde a las altas finanzas predadoras.
En la España del todo está bien. En todas partes cuecen las habas del trinque municipal y espeso. Por aquí y por allá saltan los chanchullos. Menos en la Cantabria Infinita que, como es sabido urbi et orbe, es el feudo de los Botín y los anillos de familias afines. Cantabria es tabú. Nadie tiene la tentación de investigar la realidad de esta inexistente tierra. Alcaldes-constructores multimillonarios desde su paso por las listas del paro, tráfico de favores de ida y vuelta; en la clase política todo el mundo calla, porque casi todos tienen por qué callar. Y el que no, tiene miedo. Piélagos, Comillas, Noja, Arnuero, Alfoz de Lloredo, Oyambre...son nombres que no le suenan a nadie, pero que jalonan la gomorra de una podredumbre muy bien instalada. Ellos son unos señores. Las recalificaciones del suelo y la construcción en la orillas del litoral han sido y son constantes brutales. Las contratas públicas monopolísticas, los incendios “espontáneos” para declarar edificios en ruina y edificar el solar resultante; los muertos bajo los escombros de sospechosos y no investigados derrumbes de viejos inmuebles...
En la Cantabria oficial se ha decretado que nunca pasa nada. La discreción siciliana, en el cortijo uniprovincial, es cuna de complicidades y pingües fortunas. Nuevos millonarios que no saben ni el alfabeto, pero dominan la gramática parda de las flaquezas concejales y el afán de lujo de los elegidos por las urnas.
Cantabria es una mixtura de derecha y ultraderecha costumbrista, con megabandera rojigualda a todo trapo al estilo del Zócalo mexicano. Cascos pescaba salmón y urdió el PP cántabro al mismo tiempo, en un famoso congreso de urnas rotas y más votos que votantes. También era dado tirar de gatillo contra animales inocentes. Después del dúo Ansar-Cascos, Rajoy es un mariano pasmado, al que se le escurre el partido putrefacto (PP) entre los dedos de espuma sacristana. El basureo generalizado del partido de las gaviotas no lo conjuran ya ni las homilías y jaculatorias del sin par Rouco Varela. La astronomía de la corrupción señaló la osa mayor de Marbella, señaló la osa mar menor de Murcia, señaló la cruz del sur de Canarias, señaló el epicentro de Madrid como Correa de transmisión de las salpicaduras de lodo. Siempre con el norte del ladrillo especulativo, las contratas municipales, las comisiones en su salsa, los maletines rellenos con billetes de quinientos euros. Hoy por ti y mañana por mi. Hoy para mi y mañana para ti. Y los peatones que se jodan o que vayan en Mercedes. Quevedo está vivo en esta España del Don Dinero que lo compra todo. El Buscón es personaje de moda que se disputan los canales de televisión. El espectáculo fecal está servido. |
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