Basuras y basureros
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10/12/2008
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Eran las once de la mañana o algo así y bajaba desde mi casa cargado con bolsas de residuos clasificados, labor no sin trabajo y molestias en un apartamento de espacio precario. Iba a depositar el material resultante en los correspondientes contenedores (papel, plásticos, vidrio y orgánico), cuando se me anticiparon dos barrenderos de la empresa concesionaria de la recogida de basuras urbanas. A continuación, volcaron sin discriminar todos los desechos que habían acumulado en sus carritos (botellas de un “botellón” del fin de semana anterior, papeles diversos, hojas caídas del otoño...) dentro del contenedor general de la basura orgánica.

Puede que se tratara de una excepción, debida a las pocas ganas de trabajar ese día por parte de los operarios. Sin embargo, todo indica que es la norma habitual. Las empresas concesionarias de los residuos municipales hacen lo mismo constantemente. Mezclan las basuras no rentables y que no pueden vender a la industria del reciclaje, incinerándolas en macrovertederos gestionados por ellos mismos.
De los beneficios obtenidos por el reciclaje del vidrio y el papel, el ciudadano no ve deducida en nada la factura municipal. La mierda es un negocio inagotable y suculento. Los emporios empresariales y los mafiosos se lo disputan a golpe de influencia política o talonario.

Las organizaciones ecologistas y la prensa no oficial han denunciado reiteradamente la incineración indiscriminada de residuos, con las correspondientes dioxinas cancerígenas expelidas a la atmósfera.

Pero para mayor provecho de unos y negligencia de otros, el truco que utilizan en comandita, los consorcios de las basuras y las instituciones públicas, es descargar sobre el ciudadano todo el peso de su conciencia o mala conciencia ecológica. Un chantaje sociopolítico: si quieres salvaguardar la salud del planeta ya sabes lo que te toca; y si no lo sabes te lo decimos nosotros, mediante profusos folletos impresos en papel y tintas no biodegradables.

De esa forma recaen en el común gran parte de las tareas preventivas de limpieza del entorno. Un gran ahorro de mano de obra. Queda garantizado el desafecto de unas instituciones públicas, derrochadoras de recursos. También el de los funcionarios que cobran salarios, pero no vigilan el cumplimiento de sus leyes y reglamentos. El ciudadano con sensibilidad medioambiental paga, no mancha, limpia y clasifica. Gratis y además abonando el correspondiente impuesto...por recogida y clasificación de basuras.
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